10.26.2006

El Tío Aplausos

El fin de semana pasado me invitaron a una comida familiar. Estamos hablando de la típica comida familiar, mesa de los adultos, mesa de los niños, hombres sentados discutiendo la política nacional y mujeres sirviendo una cantidad de comida exorbitante.
Entre los invitados se encontraban un par de tíos mayores. Estos son los que más disfrutan la comida, los más incrédulos a las teorías políticas que discuten los sobrinos, los más pendientes de las atenciones de la abuela y las sobrinas y para demostrar todo lo anterior daban un aplauso.
"Un aplauso al mole", "un aplauso a las cocineras", "un aplauso a que se acaba el sexenio de Fox", "un aplauso a lo bonita de mi sobrina".
El tío aplausos disfruto de lo que los demás veían como rutina en la monótona comida dominguera. Y como ya tiene la voz baja y está acostumbrado a no ser escuchado, que mejor forma de llamar la atención que un buen aplauso. Obviamente cuando salió el flan de vainilla había que diferenciarlo de los 500 aplausos anteriores y decidió convocar a una porra. El clásico "chiquiti-bum" que por faltarle los dos dientes delanteros sonaba más como "ziquiti-bum".
Espero llegar a esa edad con la emoción de cada pequeño detalle de la vida. Y espero llegar con la fuerza y las ganas para aplaudir y gritar la emoción de disfrutar cada instante. Trataré de acelerar mentalmente el tiempo para empezar a disfrutar hasta de un flan de vainilla y sentir las ganas de gritarlo a los cuatro vientos. Por lo pronto sólo me queda decir "un aplauso a la vida".
Nadie...

10.20.2006

¡Salubridad te recoja!

Esta es una expresión muy común que debería de pasar de dicho urbano a la práctica urgentemente. No critico a esta división del Gobierno ya que en realidad no la conozco, pero lo que sí se es que en México nos tomamos algunas licencias en cuanto a lo que consideramos los límites de lo sano.

Los alimentos son los que más sufren de este mal. Desde el agua de vitrolero de la fuente con varias amibas como en balneario, hasta los raspados con hielo que recorre más calles de esta ciudad que un taxista. ¿Quién no ha comida unos buenos esquites de agua de charco? Mi abuela decía que si iba a comer en la calle escogiera las cosas fritas ya que el aceite lo mataba todo. Dicen que el aceite entre más veces se caliente más daño nos hace y las botellas que he visto en varios puestos tienen etiqueta con símbolo de nuevos pesos, así que ustedes dirán.

Mis comentarios no sólo se basan en la observación si no también en los precios actuales de los insumos en el mercado. No es posible que alguien ofrezca diez tacos de "carne" por $10 pesos. Claro que no hay que preguntar carne de qué o de quién. Tampoco hay que esperar que la cantidad sea notable pero por más que lo llevemos al extremo no existe carne que cueste eso.

También se dice que tenemos estómago de piedra y que podemos comer de todo sin enfermarnos. Y para muestra un botón o un camión lleno de pollo fresco como el de la foto que con el tráfico de la ciudad para cuando llegue a su destino ya estará más que rostizado.

Nadie...

10.15.2006

Nadie sabe lo que tiene...


Uno de los espacios más desvalorados en México son las azoteas de los edificios. Generalmente utilizadas para las jaulas donde se tiende la ropa o para rentar los cuartos más baratos de todo el edificio. Lo que nadie se ha dado cuenta es que en otros países se venden como los espacios más caros, los pent-houses.

Obviamente las condiciones en las que se encuentran la mayoría de las azoteas en México son deplorables. Pero a quién no le gustaría un asoleadero para el clásico "Acapulco en la azotea" o un patio para desayunar los domingos aunque sea con vista al Viaducto.
Existen algunos obstáculos para hacer la conversión total. Desde los tinacos blancos hasta los bonitos Rotoplas, que con un poco de imaginación podrían servir desde hieleras hasta grandes vitroleros llenos de agua de chía. La alfombra vieja pintada de verde puede simular el pasto artificial. Los cables para colgar la ropa pueden servir para hacer pequeñas tiendas de campaña para esconderse del sol un rato. Y hasta las horribles antenas de televisión con una serie de foquitos navideños le puede dar el toque "chic" que hacía falta.
Ahora, ya si nos queremos ver muy positivos, sólo hacen falta un par de sillas y una buena chela para tener un buen pent-house y así venderlo a un buen precio. Y utilizando la frase de mi papá... Alégale.
Nadie...

10.10.2006

Dios los limita y ellos se juntan

Los mexicanos cargamos con un sentimiento de pequeñez que nos hace arrastrar la cobija sin importar el día o la situación. Yo soy de la idea de que las limitaciones vienen de la propia mente y no del exterior. De esta forma, todo aquello que vemos imposible nace de la imposibilidad de nuestra limitada existencia.
Todos los días escuchamos miles de historias de personas extraordinarias que hacen cosas imposibles. Me pregunto, ¿qué tienen de extraordinarias estas personas más allá de la convicción de querer hacer las cosas? No nos vendría mal sacar del vocabulario el "Está cabrón..." y cambiarlo por un "¡Si se puede!".
Las limitaciones tienen su origen en diferentes lugares. Desde traumas infantiles y vacíos emocionales hasta la famosa y conocida "güeva" de hacer las cosas. El problema es que nuestro cerebro tiene una capacidad inmediata de asimilación que le permite seguir construyendo limitaciones de forma exponencial. Y si sumamos todas estas resoluciones mentales personales nos encontramos con un gran país limitadito.
No nos vendría mal pensar que en un país como México, con miles de recursos, gente de gran capacidad y valores únicos, sólo hace falta juntar ese deseo colectivo de hacer un mejor futuro para que así suceda.
Todavía tengo la confianza en el "Aquí nos las arreglamos" y en el "Sale por que sale" para ver que nuestro país pueda volver a tener la frente en alto.
Nadie...

10.04.2006

Hoy no circula

Los miércoles son los días más pesados de la semana. El fin de semana se ve lejos y del descanso del fin anterior ya no queda ningún rastro. Al pasar al jueves todo se compone, el final del túnel se ve más cercano y la carga se aligera. Los miércoles deberían de ser días de descanso obligatorio, un tipo de "hoy no circula" para las personas. Descansando todos los miércoles sé que mi vida sería mucho más productiva.

Los europeos tienen un profundo entendimiento de los ciclos del ser humano. Para empezar acostumbran, de forma oficial, dormir "la siesta". Concepto maravilloso que sólo responde a la necesidad de desaparecer durante las dos horas que, para un servidor, son las más improductivas del día. El concepto de la siesta en México va desapareciendo poco a poco mientras que el corporativismo nos ata a una silla más horas de las necesarias.

Otro concepto con un alto grado de genialidad de los europeos, son las vacaciones de verano. Durante dos meses millones de arios atacan las costas del sur de Europa, Norte de África y el Caribe para descansar del arduo trabajo, con siesta incluida cabe resaltar, que realizaron durante el año.

Con mis doce días oficiales de vacaciones, mismos que no puedo tomar todos juntos, es difícil pensar el desaparecer un verano completo.

No me quejo, México tiene sus ventajas. Habría que enseñarle a los europeos de San Lunes, los puentes de cuatro días y el clásico "Estoy atorado en el tráfico".

Nadie...

10.02.2006

Revolucionando


El dos de Octubre tiene la característica de sacar el espíritu revolucionario de todos los capitalinos. Tanto que hay miles de jóvenes que reviven este momento histórico aún cuando nacieron en los 70's o después.
El espíritu revolucionario es más una necesidad del ser humano que una elección o gusto. En algún momento de nuestra vida salen a relucir los cuestionamientos de si vamos a dejar huella en este mundo o no. La forma más común de sacar estos sentimientos es unirse a la constante lucha en contra de las instituciones o las autoridades, no importando cuales sean estas.
Mi etapa revolucionaria, bastante light por cierto, no trajo consigo ningún cambio radical ni en mi vida ni en mi país. Más allá de un ahorro en rastrillos y lavandería que se compensó con la compra de miles de libros desde Marx hasta el EZLN, no tengo más rasgos visibles. Esto no quiere decir que no me daría gusto ver tras las rejas a los culpables del '68 y de muchos otros crímenes injustificados.
Me imagino que el sentimiento revolucionario todavía vive dentro de mí y de muchos otros que lo reprimimos día a día con el trabajo, el mundo corporativo y el estrés. Ahora al escuchar revolución lo más que me llega a la mente es una avenida llena de tráfico en lugar de una esperanza de cambio.
Nunca olvidaremos el 2 de Octubre, la injusticia, la lucha, la masacre y mucho menos la revolución aunque para muchos de nosotros acabó con la misma juventud.
Nadie...

10.01.2006

¿Magna o Premium?

Todos los días tenemos que enfrentarnos a la realidad de que existen diferentes categorías que nos clasifican como seres humanos. Más allá de las obvias de género, raza y edad, existen las impuestas por nosotros mismos.
Turista o primera clase, preferente o gayola, clásico, oro o platinium, y aquellas que sólo dan un nombre a la clase importante reduciendo a los demás a simples ciudadanos de segunda, como VIP.
Estas etiquetas definen más que el lugar donde nos vamos a sentar en un concierto o la fila del banco a la que podemos aspirar. Definen nuestra vida diaria. Así, vivimos una vida clásica de turistas, regulares vista desde gayola. Es más, somos una clase de personas que vivimos la vida Magna y no Premium.
No es queja, la vida Magna tiene grandes ventajas a la que los VIP's no pueden aspirar. Esta vida se disfruta más solo por el simple hecho de que cuesta más vivirla. Suena a mal de muchos, consuelo de tontos, pero en realidad hay muchas cosas que siendo Platinium te llegas a perder. El ambiente en los conciertos nunca está en la zona preferente ya que para estar ahí hay que guardar cierta postura, uno no puede gritar y sacar esa euforia por que ser Premium viene con todo un manual de comportamiento. Mientras tanto los mortales pueden dejar las anginas secas de gritar desde lo más lejos, desde las sillas no acojinadas, desde las bancas sin numeración, desde una vida magna digna de los que merecen divertirse.
¿Magna o premium? Magna, Magna, Ra Ra Ra.
Nadie...

Desde el inframundo

Abajo de esta gran ciudad existe un ecosistema que la recorre de sur a norte y de este a oeste y que tiene vida propia. Lo habitan 4 millones de personas de diversas clases, intereses y formas de pensar. Este animal vivo se llama Metro.
Mejor conocido como Sistema de Transporte Colectivo - Metro, el cual cuenta con 11 líneas que se entrelazan en los pantanosos subsuelos del Valle de México y que cada una aporta variedad y un poco de surrealismo. Su población son 4 millones de personas que día a día hacen parte de sus actividades, más allá de transportarse, en este submundo. Otros más pareciera que nunca han visto la luz del día.
Sólo falta hacer un recorrido de Observatorio a Balderas para ver las diferentes especies que día a día pasan su vida en constante movimiento. De los cantautores invidentes que mantienen en el número uno de popularidad a José Alfredo Jiménez, hasta los miles de vendedores de chocolates, diccionarios, mapas, chicles y cualquier otra cosa fácil de cargar y con alto contenido informativo para poderle construir una letanía. Estas normalmente se escuchan como: "Damita y caballero, la compañía Adams trae para usted el nuevo chicle bicolor y bisabor de alto contenido nutricional, que gusta a jóvenes y adultos, llévelo por sólo dos pesitos, siete diferentes sabores que puede disfrutar a sólo dos pesitos, alta duración y resistencia, sólo dos pesitos".
Pero toda la acción no es exclusiva de los vagones, también las estaciones suman a este surrealismo ya que en sus mini centros comerciales se pueden encontrar miles de productos únicos a precios muy razonables. Los cientos de tiendas naturistas cuentan con más variedad que cualquier supermercado. Tiendas de lotería, sastres, salones de belleza y todo lo que una persona necesita para jamás salir a ver la luz del día.
Este monstruo de cien cabezas no es más que el resumen de la esencia de los capitalinos. ¿Quién quiere un Disneylandia mexicano cuando en simple recorrido de Indios Verdes a Universidad te diviertes, comes, compras y cantas como niño chiquito?
Nadie...