El día de hoy el Ángel de la Independencia despertó de un profundo sueño para volver a su lugar de origen. Más brillante que nunca, como recién salido de una cirugía plástica, subió hasta la punta de la torre con la mirada al centro de la ciudad. La sorpresa fue que se encontró con su avenida sucia e invadida.
Cientos de carpas amarillas esparcidas hasta el zócalo que daban señales de que habían estado ocupadas pero por algún motivo las personas habían huido. Lleno de curiosidad, trató de dar la vuelta para ver si el resto de Reforma se encontraba igual pero decidió ahorrarse el coraje y prefirió cerrar los ojos para no ver más.
Nadie le explicaba lo que estaba pasando. Después de volver a abrir los ojos y comprobar que la invasión era real, gritó a la Diana pero el tráfico que la rodeaba le impidió escucharlo. Trató de preguntarle a Cuauhtemoc pero una carpa amarilla le impedía hacer contacto visual.
Todo era un desorden. Unos cuantos días sin vigilar la ciudad y parecía que miles de paracaidistas la habían tomado por sorpresa. Pero, ¿dónde estaban las autoridades? ¿Habrían huido al igual que los propietarios de las carpas? Nadie lo sabía. Sólo se escuchaba un rumor de que iba a haber dos gritos el 15 de Septiembre. Y lo único que pensó fue que él también gritaría: ¡Devuélvanme a mi ciudad!
Nadie...
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