Gratis hasta las puñaladas, decía mi abuelo. Los mexicanos siempre estamos en la búsqueda de conseguir algo gratis. Hasta pensamos que las cosas gratuitas saben mejor, se sienten mejor o hasta sirven mejor. De ahí que la cultura del pilón sea tan efectiva para generar fidelidad. "Vamos con la marchanta que siempre me da pilón".
Obviamente la globalización y la tecnocratización de nuestro país está acabando con esta cultura. Al pasar de los mercados a los "supers" transnacionales con grandes controles de costos, se perdió la buena fe de los despachadores de regalar productos para mantener a la clientela.
Aunque mucho mexicanos el pilón nos lo seguimos cobrando a la brava. Sólo hace falta dar una vuelta por los pasillos del supermercado para encontrar bolsas de papas abiertas, huesos de ciruela o un camino de rastros de chicharrón en versión mexica del famoso cuento de Janzel y Greta.
Obviamente la globalización y la tecnocratización de nuestro país está acabando con esta cultura. Al pasar de los mercados a los "supers" transnacionales con grandes controles de costos, se perdió la buena fe de los despachadores de regalar productos para mantener a la clientela.
Aunque mucho mexicanos el pilón nos lo seguimos cobrando a la brava. Sólo hace falta dar una vuelta por los pasillos del supermercado para encontrar bolsas de papas abiertas, huesos de ciruela o un camino de rastros de chicharrón en versión mexica del famoso cuento de Janzel y Greta.
Y digan los economistas lo que digan, en este país sí se ahorra, esta es nuestra muy mexicana forma de ahorrar. No tendremos grandes fondos o inversiones, pero si sacamos algo gratis ya la hicimos. ¡Quiero mi pilón!
Nadie...