Aunque la tradición circense no nació en México, sí hemos hecho grandes aportaciones para hacer de los circos lugares más sorprendentes. Sólo hace falta salir a la calle para ver las múltiples acrobacias y disciplinas que se pueden hacer con una máscara o un trío de pelotas.
Una de las más aplaudidas y que parecía haberse extinguido con la moda de medir los imecas y el "hoy no circula" por su alto grado de contaminación, es el arte de los tragafuegos.
Personajes del bajo mundo que pareciera que en lugar de esófago cuentan con un mofle de segunda mano. Se caracterizan por un color chapopote que no sabemos si es a causa de la alta y cercana exposición al fuego o si es parte del maquillaje del show.
Además de tener gran habilidad para aventar los bastones en llamas y producir llamaradas dignas de dragones medievales, la culminación del acto viene en el momento en que apagan el bastón en la boca como si tuvieran aliento de extinguidor.
A falta de que los descubran para un nuevo Cirque du Soleil vamos a seguir apreciando estas dañinas presentaciones en las esquinas o altos de este país.
Nadie...
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