No hace falta que lleguemos a temperaturas extremas para ver a algunas especies polares en este país. Nada más hace falta salir un sábado en la tarde a Coyoacán para ver la marcha de los pingüinos.
Hoy en día sólo quedan residuos de lo que fuera una especie de grandes números que proliferó desde La Conquista. No se sabe si es el aumento de la temperatura lo que está ocasionando su extinción o simplemente es parte de la evolución de las especies. De esta forma, los pingüinos mexicanos, pasaron de parvadas de 20 a 30 a pequeños grupos de 5 o 6.
Su hábitat lo conforman grandes cantidades de cantera adornada de forma sencilla con crucifijos. Son silenciosos la mayor parte del tiempo a menos que quieran llamar la atención del jefe de la manada o pingüino superior con cánticos milenarios o salmos repetitivos.
Estos curiosos animales se alimentan de concha con chocolate en la mañana y arroz a la mexicana con huevo a medio día. Se dedican a la producción de rompope el cual sería raro pensar que no lo ingieren en grandes cantidades ya sea para sobrevivir el caluroso verano de ciudad o recordar los tiempos de esplendor de su especie.
Los invito a caminar por las calles de Coyoacán o cualquier otro lugar del país con alta concentración de conventos para observar a tan curiosa especie que probablemente nuestros nietos no lleguen a conocer.
Nadie...
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