6.24.2006

Suerte blindada

El fin de semana pasado me encontraba en un restaurante de la colonia Roma y me di cuenta como la persona de la mesa de enfrente además de gesticular mucho, tenía como integrados en su lenguaje una serie de rituales que le ayudaban a conservar la buena fortuna. Así cuando se cayó la sal en la mesa arrojó medio salero detrás del hombro, que por suerte la persona de la mesa de atrás que comía su helado ni se percató, todo esto para evitar la mala suerte. Minutos después el mesero trató de poner su bolsa en el suelo y en un acto de heroísmo digno de la mujer maravilla logró levantar la bolsa antes de que tocará el suelo. Lo más impresionante de estos actos es que los hacía en automático, sin pensar en ellos. Como si un sistema de auto protección estuviera activado todo el tiempo para evitar que la mala suerte entrara a su vida.

Ese mismo día de regreso a mi casa en un taxi me di cuenta de que el taxista también estaba rodeado de escudos de protección para cualquier mala vibra voladora que pudiera atacar. El taxi contaba con la protección de unos ajos colgando del parabrisas, que me imagino que eran de plástico si no el olor hubiera sido inaguantable, los zapatitos de su nietos los cuales acarició cuando le pague la dejada y unos ocho o nueve santos diferentes, algunos boca abajo porque así son más efectivos.

Ya sean patas de conejo, ajos, herraduras, ojos, borregos, cuernos, elefantes, búhos, plantas o santos volteados de cabeza, que suerte que los mexicanos contamos con este blindaje que nos ayuda a pasar por la vida evitando catástrofes terribles que acabarían con la buena vibra que nos caracteriza.

Y si por algo en algún momento de desesperación no traemos lo necesario para combatir la fuerza maligna, una buena persignadita y listo, el blindaje se vuelve a activar.
Nadie....

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